Las lentes de contacto protésicas, una solución a medida para defectos estéticos, además de refractivos
3 de septiembre de 2018
Más de 2,5 millones de personas en España son usuarias de lentes de contacto, una opción muy extendida para corregir, principalmente, defectos refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia) y complementar o sustituir el uso de gafas. Pero la utilidad de las lentillas va más allá y, en algunos pacientes, son la mejor alternativa para tratar determinadas enfermedades oculares o sus consecuencias estéticas.
Es el caso de las lentes de contacto protésicas, una opción todavía poco conocida, aunque los pacientes que las han probado destacan “un antes y un después” en su calidad de vida, según Mireia Campos, óptica optometrista de IMO, centro precursor en ofrecerlas.
La especialista en contactología explica que “este tipo de lentes son totalmente personalizadas, ya que están hechas a medida y pintadas a mano en un laboratorio para simular la pupila y/o reproducir de forma exacta los matices cromáticos del iris”. Dado que ambas estructuras (parte negra y coloreada del ojo, respectivamente) sirven para regular el paso de la luz al interior del globo ocular, corregir sus defectos mediante una lentilla puede tener un doble beneficio: por un lado, mejorar problemas funcionales y, por otro, recuperar un aspecto más natural, con el consiguiente impacto en la autoestima de los pacientes.
Antes y después de dos pacientes a quienes se han adaptado lentes de contacto protésicas en el Área de Optometría y Refracción de IMO. En el primer caso por esclerocórnea y, en el segundo, debido a un traumatismo.
Un diseño para cada paciente y patología
Entre las indicaciones de las lentes de contacto protésicas se encuentran anomalías en la superficie ocular provocadas por traumatismos o diferentes patologías, como la aniridia (ausencia total o parcial del iris), el coloboma (agujero o fisura en el iris), el leucoma (córnea blanca por su opacificación), la anisocoria (diferencia en el tamaño de las pupilas de ambos ojos) o la heterocromía (diferencia en el color del iris). Además, también aportan solución a casos de fotofobia, pequeños estrabismos o determinadas diplopías (visión doble) intratables.
Mireia Campos añade que “en algunos pacientes sin visión en los que el ojo no es doloroso y el objetivo es la restauración estética y el beneficio psicosocial, el uso de estas lentes tintadas permite evitar la evisceración (extracción del contenido del globo ocular para reemplazarlo posteriormente por un implante)”.
Tienen la ventaja de que son un método reversible que el paciente puede dejar de utilizar cuando así lo requiera o considere oportuno. Se ponen y se quitan a diario y, si se conservan con una buena higiene, duran alrededor de un año. Su diseño único hace que sea fundamental que estén adaptadas al ojo de forma precisa e individualizada por parte de un optometrista experto.
Adaptación personalizada de lentes de contacto
Las lentillas protésicas pueden ir graduadas si el paciente lo necesita y, normalmente, son lentes de contacto blandas, como las que se utilizan de manera más común para compensar defectos refractivos moderados. Sin embargo, existen otros tipos de lentes que también se adaptan de forma especializada en el Área de Optometría y Refracción de IMO para mejorar la calidad visual.
La indicación de varios tipos de lentes de contacto, como las esclerales (en la imagen), permite que todos los pacientes puedan ser candidatos al uso de lentillas con un asesoramiento personalizado.
Las lentes de contacto semirrígidas o RPG son más duras y más pequeñas que las blandas y se recomiendan en pacientes con astigmatismos muy elevados o córneas irregulares a causa, por ejemplo, del queratocono. “Cuando no es posible utilizarlas por diferentes motivos, se puede optar por lentes híbridas (semirrígidas en el centro y blandas en la periferia) o bien lentes esclerales (semirrígidas de mayor tamaño)”, aclara Campos. Estas últimas también pueden estar especialmente indicadas en casos de ojo seco severo, ya que crean un reservorio de lágrima que ayuda a reducir la sintomatología de la sequedad ocular, “un problema habitual en menor o mayor grado y por el que muchas personas piensan que no pueden llevar lentillas”.
Como concluye la optometrista de IMO “a priori no se puede decir a ningún paciente que no es apto para ser portador de lentes de contacto. La clave es detectar la causa que puede generarle molestias o complicaciones durante su uso e intentar tratarla, así como seleccionar el tipo de lente más adecuado y medir con exactitud los parámetros para que se ajuste a la forma del ojo”.
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