Causa número

1

de ceguera irreversible en el mundo

Lo padecen

80

millones de personas en el mundo

Hasta un

50%

de los afectados no saben que lo tienen

¿Qué es el glaucoma?

El glaucoma es una de las causas de ceguera más comunes.

Comprende un conjunto de enfermedades que provocan un daño progresivo e irreversible del nervio óptico. Esta estructura es clave para la visión ya que, a través de ella, las imágenes que capta la retina (convertidas en impulsos nerviosos) se transmiten al cerebro para que este las interprete y se genere la visión.

Afectación visual

El glaucoma es una enfermedad crónica que se produce por una muerte precoz de las células ganglionares de la retina, cuyos axones forman el nervio óptico y este empieza a quedar vació por su ausencia.

Como consecuencia, se produce una pérdida de funcionalidad y el campo visual del paciente va reduciéndose, si la enfermedad no se trata a tiempo.

¿Por qué se produce el glaucoma?

Factor de riesgo más común

El principal factor de riesgo que puede desencadenar un glaucoma es la hipertensión ocular. Por lo general, esta condición ocurre porque, por diferentes causas, el humor acuoso (líquido que baña el interior del ojo) no drena correctamente y se acumula, ejerciendo una presión excesiva sobre el nervio óptico y causándole un “estrés” que no puede soportar.

Otros factores de riesgo

Sin embargo, hay personas con la presión intraocular elevada que no tienen glaucoma y pacientes con valores normales (menos de 21 mm Hg de presión) que, por el contrario, desarrollan la patología.

Hay que tener en cuenta que el glaucoma no es solo la consecuencia de un defecto “mecánico” del sistema de drenaje del humor acuoso, sino que se trata de una enfermedad multifactorial cuyo origen todavía es poco conocido. Se está investigando en este campo y se sospecha que los problemas vasculares pueden estar asociados a los casos de glaucoma con presión intraocular normal, ya que los vasos sanguíneos del interior del globo ocular son de los más finos del cuerpo y, por tanto, especialmente frágiles.

Factores hereditarios

Por otro lado, la predisposición genética es un factor de peso en determinados tipos de glaucoma, como el primario de ángulo abierto (familiar) –el más común– o el congénito –que aparece en los primeros meses de vida– y el juvenil.

¿Cómo se puede prevenir el glaucoma?

La importancia de un diagnóstico a tiempo

La clave para prevenir el daño irreversible que produce el glaucoma en el nervio óptico es el diagnóstico precoz de la enfermedad para poder controlarla antes de que siga evolucionando. Dado que en la mayoría de casos no provoca síntomas hasta fases avanzadas de la patología, se recomienda someterse a revisiones oftalmológicas cada dos años a partir de los 40, edad en la que se activa el proceso degenerativo del ojo y empieza a aumentar la incidencia del glaucoma.

Controles periódicos

Asimismo, se aconseja que los controles sean anuales en personas con alguno de los siguientes factores de riesgo:

  • Edad (mayores de 60 años)
  • Antecedentes familiares de glaucoma
  • Hipertensión ocular
  • Miopía o hipermetropía alta
  • Otras enfermedades oculares, como patologías de córnea, retina, uveítis etc.
  • Traumatismos oculares
  • Ángulo iridocorneal (formado por la córnea y la esclera con el iris) estrecho
  • Raza negra o asiática

Equipos de última generación

Los avances en equipos diagnósticos han contribuido a que el glaucoma se pueda detectar en estadios muy incipientes en la consulta oftalmológica.

Para ello, un correcto diagnóstico es esencial, explorando tanto el nervio óptico, como el fondo de ojo.

Generalmente se realizan las siguientes pruebas:

  • Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) posterior y HRT, para detectar alteraciones en las zonas posteriores del ojo (retina y nervio óptico)
  • Tonometría o medición de la presión intraocular
  • Paquimetría, que permite medir el grosor de la córnea
  • Gonioscopía, para explorar correctamente el ángulo iridocorneal
  • Campimetría, para valorar la visión periférica o de los laterales del campo visual

Tipos de glaucoma

Existen multitud de tipos de glaucoma, los más comunes son los siguientes:

Glaucoma de ángulo abierto y glaucoma de ángulo cerrado

  • El glaucoma primario de ángulo abierto se caracteriza por un mal funcionamiento de la malla trabecular, zona de drenaje del humor acuoso. Debido a ello, la salida del humor acuoso (un fluido que se produce dentro del ojo) es más lenta de lo normal y esto causa un aumento de la presión intraocular, que daña progresivamente el nervio óptico.
  • Por lo que se refiere al glaucoma de ángulo cerrado, ocurre porque el ángulo iridocorneal (lugar donde se encuentra la malla trabecular) se cierra, impidiendo la salida del humor acuoso. En este caso, también se produce un aumento de la presión intraocular, con el consecuente daño neural asociado, en el nervio óptico.

Glaucoma congénito

El glaucoma congénito es una enfermedad rara o minoritaria, que afecta a 1 de cada 10.000 personas, en los países industrializados. Se suele manifestar y diagnosticar durante los primeros meses o años de vida y puede afectar gravemente la visión de los niños afectados.

Conoce todos los detalles aquí.

Glaucoma normotensivo

El glaucoma normotensivo se presenta en personas con una presión intraocular estadísticamente normal (por debajo de los 21 mmHg). No obstante, las personas que lo padecen presentan daños en las fibras del nervio óptico, similares a otros tipos de glaucoma, con la consiguiente pérdida de visión y del campo visual que ello conlleva.

Al ser una enfermedad que se debe a muchos factores, por el momento, se desconocen las causas de este tipo de glaucoma. No obstante, se están realizando investigaciones en este campo y se sospecha que puede estar vinculado a problemas vasculares.

Por lo que se refiere a su tratamiento, las estrategias terapéuticas para tratar el glaucoma normotensivo están dirigidas a controlar y reducir la presión intraocular (ya sea con colirios, láser o cirugía) para intentar mantener y conservar el estado del nervio óptico afectado.

Síntomas

Una enfermedad silenciosa

El 50 % de pacientes con glaucoma, no sabe que lo padece. En la mayoría de casos, no provoca síntomas evidentes, como dolor o disminución brusca de la visión.

Pese a pasar inadvertida hasta que el daño ya es importante y ha reducido gran parte del campo visual, la enfermedad sigue avanzando, pudiendo afectar a las actividades cotidianas del paciente y convertir otras en peligrosas, como la conducción.

Síntomas más frecuentes

La mayoría de pacientes con glaucoma, presenta los siguientes síntomas:

  • la pérdida de la visión periférica o lateral del campo visual
  • en algunos casos, existe pérdida de la visión central, en las primeras fases
  • caídas, ya que el glaucoma multiplica por 4 el riesgo de padecer este tipo de accidentes
  • los ataques agudos de glaucoma pueden producir:
    • ojo rojo
    • dolor intenso
    • visión borrosa
    • halos alrededor de las luces
    • náuseas o vómitos

Tratamientos asociados

El glaucoma es una patología crónica que actualmente no se puede curar. Esto se debe a que no es posible regenerar el nervio óptico y recuperar la visión perdida. Sin embargo, la enfermedad se intenta controlar mediante diferentes opciones terapéuticas, que tienen como objetivo conservar la visión que tiene el paciente en el momento del diagnóstico.

Objetivo: reducir la presión intraocular

El único método efectivo para frenar el glaucoma es la reducción de la presión intraocular, los tratamientos más habituales son los siguientes: colirios hipotensores oculares; el tratamiento láser, con procedimientos como la ciclofotocoagulación transescleral con láser de diodo o la trabeculostomía con láser excímer (ELT); cirugías míniamente invasivas, como la esclerectomía profunda no perforante y la trabeculectomía o los implantes de drenaje, así como los MIGS (Minimally Invasive Glaucoma Surgery)

Pacientes con presiones oculares normales

Bajar la presión intraocular también ha demostrado ser efectiva en pacientes que padecen glaucoma sin hipertensión ocular (glaucoma normotensivo).

Esto se debe a que cuando el nervio óptico está dañado, incluso una presión normal puede contribuir a su mayor y más rápido deterioro, por lo que reducirla es la única manera de frenar la patología.

Futuras terapias

Actualmente, se están estudiando vías de tratamiento complementarias, como la neuroprotección.

Este tratamiento tiene por objetivo prevenir la muerte prematura de las células ganglionares de la retina y el daño del nervio óptico que causa su pérdida. Pese a que todavía no se han obtenido resultados concluyentes en la práctica clínica, las investigaciones en curso han puesto de manifiesto los siguientes beneficios de estas sustancias: protegen de forma directa el nervio óptico y neutralizan toxinas dañinas, como los radicales libres de oxígeno, responsables del envejecimiento celular debido al oxígeno, más presentes en ojos con glaucoma de ángulo abierto que en pacientes sanos.

Testimonio

La cirugía fue un éxito y, cuando llegó el momento de intervenir el otro ojo, no lo dudé ni un instante. Hoy sigo con la presión controlada

Elvira Escribano

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