Álex Corretja

13 de abril de 2022

Entrevistamos a Álex Corretja en un bar de Sant Cugat, donde nos cuenta que un revés no tenístico precipitó su retirada del tenis en 2006, aunque hoy no conserva un recuerdo amargo de aquel momento: “Quizá tenía que emprender otro camino”. Un problema visual le alejó del tenis y un problema visual le trajo a IMO.

Desde entonces, el tenista y el equipo del Instituto mantienen una estrecha relación y se profesan un aprecio mutuo. Durante unos minutos, Álex Corretja comparte con nosotros reflexiones sobre su trayectoria, sus experiencias personales y sobre el mundo del tenis, en el que, en general, abundan las “buenas personas”, afirma. Acierte más o menos, pensar bien de sus colegas, le honra.

Un problema en el ojo izquierdo, le apartó repentinamente del tenis…

Sí, en 2006. Por sorpresa, un día estaba entrenando y empecé a ver mal; había perdido la distancia con la pelota, veía muy borroso… Tuve la suerte de que me recomendaron IMO. Me vio el Dr. Borja Cocóstegui y me puso en manos del Dr. Carlos Mateo, especialista en mácula. Tuve la gran fortuna de dar con este doctor, que además de ser un súper médico, viene del mundo del tenis; es hijo de Simón Mateo, quien fue gerente del Tenis Barcelona y, para muchos, un ejemplo, una referencia ¡Cuando me dijo que era su hijo se me puso la piel de gallina!

En los Juegos Olímpicos de Sidney

¿Se cumplió el pronóstico?

Me operé hace seis años… Ha pasado tiempo, pero la verdad es que he recuperado muchísima visión: puedo hacer vida normal, jugar a paddle, a tenis… Para mí ha sido una suerte conocer IMO y, además, tenerlo a diez minutos de casa. Me han tratado muy bien y han hecho posible que haya recuperado tantísima visión. En las últimas pruebas tengo una visión muy buena, por encima del 70%, lo que es una barbaridad, ya que, prácticamente, mi visión era 0 con el ojo izquierdo.

Perder visión es una experiencia difícil, especialmente si eres un joven y exitoso tenista…

En aquel momento fue duro porque precipitó mi retirada: estar seis o siete meses parado, más el tiempo que tardé para adaptarme a la nueva visión, etc. era mucho tiempo para seguir jugando a tenis. Sin embargo, tuve la suerte de que ya tenía una edad, 30 o 31 años, porque si me llega a ocurrir en medio de mi carrera, probablemente hubiera sido más duro. La verdad es que incluso saqué cosas positivas: fui consciente de la suerte que había tenido en mi vida profesional, sin grandes lesiones, y llegué a la conclusión de que quizá si aquello me había llegado en aquel momento, era porque tenía que emprender otro camino.

Una forma inteligente y valiente de afrontar una adversidad…

Creo que parte del mérito es también de IMO… Los ojos son muy delicados y cuando llegas a un sitio como IMO, donde te explican tan bien las cosas y ves que son tan buenos y, a la vez, que te tratan como si fueras de la familia, pues la verdad es que todo se hace más fácil. Por ello, para mí, hablar del IMO es como hablar de algo familiar, de mi casa. Hay un grupo humano estupendo y profesionalmente excelente. Les debo mucho.

¿Cómo está viviendo su nueva etapa profesional como capitán del equipo español de la Copa Davis?

¡Con mucha ilusión! Me llega en un buen momento personal y profesional y encaja muy bien con mis objetivos e ilusiones. Además, el hecho de que lleve un tiempo fuera del circuito de tenis, hace que tenga una perspectiva más amplia que creo que puede aportar algo positivo al trabajo que me han propuesto desarrollar. Estoy encantado, aunque, la verdad, fue una decisión un poco rápida… Me lo ofrecieron el 20 de diciembre pasado; el día 27 se hizo oficial y en enero fui al Open de Australia a hablar con los jugadores y ver quién estaba disponible…

¿Entiende que Nadal, Ferrer o Verdasco no quieran jugar la Davis?

Sí, lo puedo entender. El calendario es exigente, hay muchos torneos y cada uno tiene sus prioridades, sus objetivos personales… Han ganado la Davis tres veces en los últimos años y esto hace que los Juegos Olímpicos sean una prioridad porque sólo se juegan cada cuatro años… Tengo que respetar su decisión.

¿Cuál ha sido su mejor momento profesional?

Cuando gané el Masters, en el 98. Fue como la culminación de muchos años de trabajo y lo recuerdo como el momento en el que más realizado me sentí como tenista. Después de toda una vida persiguiendo un objetivo, lo pude conseguir… Tuve la sensación de que un sueño se hacía realidad. Otros momentos especiales fueron la Copa Davis que ganamos en el 2000, porque España no la había ganado nunca y demostramos que también éramos capaces, y el triunfo en los Juegos Olímpicos de Sydney, con Albert Costa, porque ganar una medalla olímpica… ¡no todo el mundo lo puede decir!

En la Copa Davis.

¿Y el momento más duro?

Perder la segunda final de Roland Garros. Había trabajado muy duro, tenía muchas ilusiones, creía que lo podía conseguir… Tuve la sensación de que estaba relativamente cerca y se me escapó. Pasé por un momento de decepción muy grande, pero, con el tiempo, me quedé muy tranquilo de lo que intenté; no pude hacer más.

¿Y el momento más emotivo?

La ceremonia de los Juegos Olímpicos de Sydney, en el año 2000, ha sido uno de los momentos que más ilusión me ha hecho de mi vida… Sentir aquella emoción, en la inauguración, de que eres partícipe de algo que has visto tantas veces por televisión… Pensar que, en algún lugar de la historia de los Juegos, yo también formaré parte… Y además después ganamos la medalla de bronce, lo que hizo que la alegría aún fuera más grande. Estos momentos, cuando los vives los disfrutas mucho, pero cuando pasa el tiempo, te das más cuenta de los difícil que era lo que estabas haciendo.

¿Y lo mejor que le ha pasado fuera de la pista?

Lo mejor son mis dos hijas de 6 y 8 años… Sin duda, son lo que más me llena. De hecho, he dejado de lado proyectos profesionales para poder estar más con ellas. Quiero dedicarles el máximo tiempo posible. Por eso ahora estoy feliz como capitán del equipo español de la Copa Davis: es un trabajo bonito que, al mismo tiempo, es compatible con estar con mis hijas. Si me ocupase todo el día, no lo hubiera aceptado.

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