¿Qué es?
Las inyecciones oculares de fármacos antiangiogéncios son el tratamiento de elección para la DMAE húmeda.
¿En qué casos se realiza?
El tratamiento está indicado en casos de DMAE húmeda activa (hay que recordar que en la otra forma de DMAE, la DMAE seca, no está indicado este tratamiento).
Exámenes previos
Un examen oftalmológico completo que incluya un fondo de ojo es indispensable. Actualmente se realiza casi siempre una tomografía de coherencia óptica y en algunas ocasiones se realiza angiografía fluorescencia.
Durante la intervención
La inyección en sí es un procedimiento corto. Se puede realizar en quirófano o en consulta pero siempre bajo unas condiciones mínimas de asepsia. Se realiza con anestesia tópica (gotas) y generalmente no produce molestias.
Antes de la intervención
Antes de realizar la inyección, se realiza una desinfección del ojo y de los párpados. Posteriormente a la inyección, se deben instilar gotas de antibiótico en el ojo intervenido durante unos días.
Riesgos
Como cada intervención, el mayor riesgo es la infección del ojo. De todas formas, si se realiza una correcta profilaxis, el riesgo es mínimo (mucho menor que tras una cirugía de cataratas, por ejemplo).
Patologías asociadas
Expertos que llevan a cabo este tratamiento
Preguntas frecuentes
La Rejilla de Amsler es una prueba de autodiagnóstico muy eficaz para detectar los primeros síntomas de la DMAE. Se recomienda realizar esta fácil prueba de forma periódica a partir de los 50 años. Puedes descargarla junto con las instrucciones para realizar la prueba correctamente en este enlace.
Los altos niveles de colesterol en sangre pueden aumentar o acelerar el riesgo de padecer determinadas patologías oculares, al bloquear el flujo de sanguíneo de la zona ocular. Del mismo modo que el colesterol se acumula en las paredes de los vasos sanguíneos del cuerpo, también lo hace en las de los ojos, provocando una disminución de la oxigenación de los tejidos oculares. En caso de ocluirse la arteria central de la retina, tejido altamente vascularizado que contiene una gran cantidad de vasos sanguíneos, puede producirse un infarto retiniano masivo que conlleva una pérdida prácticamente total de la visión. Para prevenirlo, es fundamental llevar una vida sana, siguiendo una dieta equilibrada y baja en grasas y realizando ejercicio físico regular, además de evitar otros hábitos perjudiciales, como el tabaco o el consumo no moderado de alcohol.
Aunque la terapia con células madre aún se encuentra en investigación, ya se está aplicando en fase de pruebas y con muy buenos resultados a pacientes con distrofias retinianas, retinosis pigmentaria y DMAE. Estudios en fase I en humanos parecen demostrar que el uso de células madre embrionarias o pluripotenciales logra mejorar la agudeza visual de los pacientes, ya que permite reemplazar las células fotorreceptoras y/o del epitelio pigmentario que no se regeneran y son fundamentales para la visión. Este resultado se consigue modificando genéticamente las células madre, extraídas de la piel u otras partes del ojo, para que puedan desarrollar la misma función que las células dañadas.
La DMAE (degeneración macular asociada a la edad) es uno de los grandes retos de la oftalmología en la actualidad. Sabemos que existen dos tipos: la forma seca y la forma húmeda. La seca es la que padecen los pacientes que, lentamente, pierden visión. Se ha demostrado que con tratamientos con antioxidantes y vitaminas se puede reducir esta pérdida visual, pese a que el detenimiento de la evolución no es muy espectacular. Las formas húmedas, llamadas así porque se produce líquido en la mácula, son las más destructivas, y el tratamiento actual combina la terapia fotodinámica, que se empezó a aplicar hace unos años, con otros tratamientos, lo que parece demostrar la obtención de efectos más positivos. Cada año, aparecen nuevas opciones para intentar avanzar en la lucha contra esta enfermedad.
Cuando la ptosis afecta a la visión o provoca molestias funcionales o psicológicas, el momento adecuado es cuanto antes. En niños, es esencial intervenir a tiempo si existe riesgo de ambliopía. En adultos, la decisión se toma tras una evaluación médica personalizada, teniendo en cuenta las necesidades del paciente y los problemas visuales o estéticos que presente.
Sí, es una urgencia, aunque relativa, ya que se puede esperar 3 ó 4 días. Hay que examinar el ojo, porque el síntoma puede responder a que la enfermedad empieza a descompensarse y puede provocar una pérdida visual severa. En ocasiones, esta deformidad no es debido a una descompensación, pero siempre hay que corroborarlo.
La DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad) es una enfermedad degenerativa de la zona central de la retina, la mácula, encargada de la visión central y de detalle, que nos permite reconocer rostros y realizar tareas de precisión, como leer, coser o conducir. En su forma húmeda, se caracteriza por el crecimiento de vasos sanguíneos anómalos, de paredes muy delgadas, que filtran fluidos y sangre a la mácula provocando una pérdida rápida de la visión central del paciente. El tratamiento se orienta a frenar el crecimiento de estos vasos sanguíneos mediante inyecciones intraoculares de fármacos antiangiogénicos, aplicadas actualmente con muy buenos resultados, ya que detienen el proceso de pérdida de visión y, en muchas ocasiones, logran incluso mejorar la capacidad visual del paciente. El inconveniente es que se trata de terapias a largo plazo que requieren acudir al oftalmólogo una vez al mes o cada dos meses, aproximadamente, por lo que el futuro está en fármacos que permanezcan dentro de la cavidad vítrea durante largos periodos de tiempo y reduzcan la dependencia del paciente.
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