Todo sobre la queratitis punteada y la QPS (queratitis punteada superficial)
26 de junio de 2025
La salud ocular es esencial para nuestra calidad de vida, y muchas veces síntomas como el escozor, el enrojecimiento o la visión borrosa pueden ser señales de que algo no va bien. Entre las afecciones que afectan a la córnea, la queratitis punteada y su variante superficial (QPS) son causas frecuentes de consulta en oftalmología. Aunque sus nombres puedan parecer técnicos, conocer en qué consisten, qué las provoca y cómo se tratan es clave para cuidar tus ojos de forma adecuada.
¿Qué son la queratitis punteada y la queratitis punteada superficial (QPS)?
La queratitis punteada es una inflamación de la córnea que se caracteriza por la aparición de pequeñas lesiones o puntos en la superficie corneal. Cuando estas alteraciones afectan solo a las capas más externas de la córnea, hablamos de queratitis punteada superficial o QPS. Ambas afecciones pueden alterar la visión y provocar molestias importantes si no se tratan a tiempo. Se trata de patologías relativamente frecuentes, sobre todo entre personas con ojo seco, usuarios de lentes de contacto o pacientes con determinadas infecciones o enfermedades sistémicas.
Causas de la queratitis punteada y de la QPS
Las causas de la queratitis punteada son diversas.
Una de las más habituales es la sequedad ocular, especialmente en personas que pasan muchas horas frente a pantallas o en ambientes con poca humedad. El uso prolongado de lentes de contacto también puede irritar la superficie del ojo, favoreciendo la aparición de estas lesiones.
En otros casos, la queratitis punteada puede deberse a infecciones, como la queratitis bacteriana, o estar relacionada con alergias, traumatismos o incluso efectos secundarios de ciertos colirios. Determinadas enfermedades autoinmunes, como el síndrome de Sjögren, también pueden estar en el origen de esta afección.

Síntomas de la queratitis punteada y de la QPS
Los síntomas de la queratitis punteada suelen ser molestos, pero no siempre se perciben con la misma intensidad.
Uno de los más característicos es la sensación de cuerpo extraño, como si se tuviera algo en el ojo. También es habitual experimentar enrojecimiento, picor, sensibilidad a la luz (fotofobia) y visión borrosa. En pacientes con ojo seco, estos síntomas pueden agravarse a lo largo del día, y en casos más avanzados, la inflamación puede alterar la transparencia de la córnea, afectando a la calidad visual.
Diagnóstico de la queratitis punteada y de la QPS
Para confirmar el diagnóstico, el oftalmólogo realiza una exploración con lámpara de hendidura, un instrumento que permite examinar en detalle las estructuras del ojo. A menudo se utiliza fluoresceína, un colorante que tiñe las zonas lesionadas y permite visualizar mejor los puntos en la córnea. Este examen es rápido e indoloro, y resulta fundamental para determinar el tipo de queratitis, su extensión y el tratamiento más adecuado.
Tratamiento de la queratitis punteada y de la QPS
El tratamiento de la queratitis depende de su causa. En casos leves provocados por sequedad ocular, el uso de lágrimas artificiales o colirios lubricantes puede ser suficiente para aliviar los síntomas. Cuando hay una causa infecciosa, como una queratitis bacteriana, puede ser necesario recurrir a colirios con antibióticos. En pacientes que utilizan lentes de contacto, es importante suspender su uso durante unos días para favorecer la recuperación. También se recomienda evitar ambientes secos, utilizar humidificadores y adoptar hábitos que protejan la superficie ocular. En los casos más persistentes o cuando existe una enfermedad de base, el tratamiento debe adaptarse a cada paciente e ir acompañado de un seguimiento oftalmológico adecuado.
Prevención de la queratitis punteada y de la QPS
Aunque no siempre se puede evitar, la queratitis punteada puede prevenirse en muchos casos adoptando algunas medidas sencillas. Mantener una buena higiene ocular, utilizar las lentes de contacto de forma adecuada (respetando los tiempos de uso y limpieza) y proteger los ojos de ambientes agresivos son prácticas muy recomendables. Además, si se sufre sequedad ocular o se nota una mayor sensibilidad en los ojos, es importante no ignorar los síntomas y consultar con un especialista antes de que la situación empeore.
¿Cuándo debo acudir al médico si tengo queratitis punteada o QPS?
Si notas molestias persistentes en los ojos, como enrojecimiento, escozor, visión borrosa o sensación de arenilla, es importante acudir a un oftalmólogo. Cuanto antes se diagnostique la causa, más eficaz será el tratamiento. También es recomendable pedir cita si ya has sido diagnosticado de queratitis y los síntomas no mejoran tras unos días de tratamiento, o si aparecen nuevos signos como secreción, dolor intenso o pérdida de visión.

Preguntas frecuentes sobre la queratitis punteada y la queratitis punteada superficial
¿El uso de lentes de contacto puede causar queratitis punteada?
Sí. El uso prolongado o inadecuado de lentes de contacto puede irritar la superficie ocular, disminuir la oxigenación de la córnea y favorecer la aparición de queratitis punteada. Por eso es importante respetar las recomendaciones del óptico y del oftalmólogo, así como mantener una higiene rigurosa.
¿Se necesitan antibióticos para tratar la queratitis punteada?
No siempre. Solo en los casos en los que la queratitis tenga un origen bacteriano se recetarán colirios antibióticos. Si la causa es la sequedad ocular u otros factores no infecciosos, el tratamiento será distinto. El diagnóstico adecuado es fundamental para no automedicarse.
¿Es contagiosa la queratitis punteada?
La queratitis en sí no es contagiosa, pero si está causada por una infección bacteriana o vírica, podría haber cierto riesgo de transmisión, especialmente al compartir toallas u objetos de higiene. En estos casos, conviene extremar las precauciones.
¿La queratitis punteada puede volverse crónica?
Sí, especialmente si no se trata adecuadamente o si existe una causa subyacente persistente, como el ojo seco severo. En estos casos, el objetivo será controlar los brotes y minimizar las molestias, con tratamientos continuados y visitas periódicas al oftalmólogo.
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