Los expertos de IMO aseguran que el estrabismo y el “ojo vago” deben tratarse antes de los 8 años de edad
16 de junio de 2011
El estrabismo es la pérdida del paralelismo de los ojos, de manera que cada ojo mira en una dirección, provocando una evidente desviación ocular, que puede ser alternante (a veces se desvía un ojo y a veces otro) y en cualquier dirección: hacia adentro, hacia fuera, hacia arriba o hacia abajo. En algunos casos, la desviación es intermitente, siendo más frecuente y evidente en estados de cansancio o debilidad (un proceso febril, sueño, al final del día..).
Según la doctora Ana Wert, especialista en oftalmología pediátrica del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, “esta circunstancia puede complicar el diagnóstico, al no ser detectado en una primera visita al oftalmólogo” y por ello afirma que “las revisiones sucesivas son muy importantes si existe la sospecha por parte de los padres”.
El estrabismo puede aparecer antes de los 6 meses de vida (estrabismo congénito), durante el resto de la infancia o, en algunos casos, en edad adulta, por un mal control en el movimiento de los músculos oculares por parte del cerebro, por un defecto refractivo, baja visión o anomalía muscular. La consecuencia más grave del estrabismo es la ambliopía u “ojo vago”.
Al estar los ojos desviados y apuntar cada uno en una dirección, el cerebro del niño, que presenta una gran capacidad de adaptación, suprime la visión de uno de ellos para evitar esa situación anómala y no ver doble. De esta manera, se va utilizando menos uno de los ojos, que es el que se vuelve “vago” o amblíope.
El tratamiento del “ojo vago” es más fácil cuanto más pequeño es el paciente. El motivo es que la ambliopía se produce porque el cerebro visual “no aprende a ver”, y únicamente podemos “enseñar a ver” al cerebro durante la infancia. Por el mismo motivo, si el estrabismo se produce pasada la edad de desarrollo visual (los 8- 10 años), no provoca “ojo vago”. Otras causas de ambliopía son defectos refractivos (la imagen que llega al cerebro no es nítida y el cerebro escoge la visión del ojo con menor defecto refractivo) u otras enfermedades oculares que interfieren en el correcto desarrollo de la visión en la edad pediátrica.
Tratamiento
Si existe un defecto refractivo asociado al estrabismo, el tratamiento indicado es la corrección óptica (gafas o lentillas), que en algunos casos, por sí sola cura la patología. En los casos en que se haya desarrollado una ambliopía, se debe recuperar la visión de ese ojo tapando el ojo sano (oclusión con parche) para hacer trabajar más al ojo “vago”. Si pese a estos tratamientos persiste la desviación, se realiza cirugía para reformar o debilitar los músculos oculomotores, encargados de mover el globo ocular mediante mecanismos de poleas o riendas.
De hecho, “se trata de acortar o alargar los músculos oculares como si se manejasen las riendas de un caballo, tirando o soltando más de un lado o de otro, en función de hacia donde queremos que gire”, explica la especialista del IMO. La cirugía es ambulatoria y no pone en juego la visión, ya que no se interviene en el interior del ojo. Su efectividad es mayor del 90%, aunque en ocasiones se requiere reintervenir al paciente.
La importancia de la revisión ocular en la infancia
Un diagnóstico tardío es la primera causa de no curación de las enfermedades oculares surgidas en la infancia. Por el contrario, casi todas las patologías que se diagnostican precozmente pueden curarse. Por tanto, las revisiones oculares en edad infantil son cruciales y no siempre se les otorga la importancia que merecen.
Según la doctora Ana Wert, las revisiones oculares en los niños deben hacerse antes de los seis meses de edad para descartar anomalías congénitas (catarata, glaucoma, malformación, tumor, etc.), antes de los 4 años para descartar estrabismo y/o ambliopía y siempre que se sospeche de una anomalía ocular en el niño.
Además, es aconsejable llevar a los niños anualmente al oftalmólogo hasta los 8 o 10 años, cuando el sistema visual ya está desarrollado. “Durante esta etapa es muy importante la colaboración entre los diferentes especialistas implicados: pediatras, ópticos y oftalmólogos”, destaca la especialista del IMO.
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