La cirugía de la catarata y sus protagonistas

23 de marzo de 2011

En la evolución de las técnicas quirúrgicas, pueden identificarse cinco grandes tendencias: reclinamiento  o abatimiento; técnica extracapsular; extracción intracapsular; regreso a las técnicas extracapsulares y extracapsular contemporánea (facoemulsificación).

Técnica del abatimiento

Generalizada hasta el siglo XVIII, todavía hoy se practica está técnica en países en desarrollo. De hecho, durante una reciente estancia en un país africano, he podido comprobar las tristes consecuencias de este “método tradicional” en los pacientes. En esta cirugía, que se realizaba sin anestesia, un ayudante sostenía la cabeza del paciente mientras con una aguja se incidía en la pared del ojo hasta lograr abatir el cristalino opaco hacia el interior del ojo. Era la única alternativa a la ceguera.

Técnica extracapsular

El cirujano francés Jacques Daviel, en la imagen inferior, realizó en 1.747 la primera extracción extracapsular. Se dispuso a operar la catarata en el segundo ojo mediante el método tradicional, pero el cristalino se rompió pasando en parte a la cámara anterior. Decidió entonces realizar una incisión en la parte inferior de la córnea, y mediante presión, extrajo los restos de cristalino y comprimió el ojo con un vendaje. El paciente recobró la visión, aunque poco después la perdió definitivamente por una infección, una complicación muy frecuente en esa época.

Técnica intracapsular

Poco tiempo después, surge una nueva técnica con el fin de evitar las complicaciones de la extracción extracapsular. El Dr. Samuel Sharp realiza en Londres la primera extracción intracapsular o del cristalino completo (“in toto“). Mediante una incisión inferior de 180º y presionando con su dedo pulgar hacia abajo, Sharp extraía el cristalino. El principal problema era lograr romper las fibras zonulares que mantienen suspendido el cristalino. Muchos oftalmólogos contribuyeron a mejorar la técnica en los años siguientes, entre los que destaca Albretch Von Graefe (considerado el mayor oftalmólogo alemán del siglo XIX y padre de la oftalmología moderna, retrato junto a estas líneas). En 1864, mediante un nuevo cuchillete quirúrgico diseñado por él, modificó la incisión corneal, realizándola lineal y superior para evitar las irregularidades y la deficiente coaptación de las heridas.

Intracapsular vs. Extracapsular: La afaquia

Desde principios del siglo XX hasta mediados de los 80, la técnica de extracción intracapsular de la catarata fue ganando adeptos. Hacia 1980, los cirujanos de catarata estaban muy satisfechos con sus resultados, aunque los pacientes operados, no tanto. Se enfrentaban a una nueva situación: la afaquia. Al extraer en su totalidad el cristalino, el ojo perdía su lente intraocular natural  y el defecto refractivo debía ser corregido. El método convencional para hacerlo eran unas gafas específicas para este problema. Se trataba de unas lentes gruesas, de alrededor de 10 dioptrías, con inconvenientes como la magnificación de la imagen, la limitación del campo visual, el peso excesivo y, lógicamente, deficiente aspecto estético. Otra forma de corrección de la afaquia es la utilización de lentes de contacto, una opción contraindicada en algunos pacientes, por riesgo de intolerancia, conjuntivitis, problemas alérgicos, queratopatias o úlceras corneales, complicaciones que pueden llegar a ser muy graves. Actualmente, no se concibe una operación de catarata sin la colocación de una lente intraocular, que sustituya a las dioptrías del cristalino extraído.

Las lentes intraoculares

Muchos de nosotros hemos sido espectadores de la historia reciente de la cirugía de la catarata: comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, con el oftalmólogo Harold Ridley, como principal protagonista. El 29 de noviembre de 1949, el Dr. Ridley logra implantar la primera lente intraocular en la cámara posterior, después de una extracción extracapsular llevada a cabo en el Hospital St. Thomas, de Londres. Pero la lente, con forma de disco, presentaba poca estabilidad y provocaba una gran miopía al paciente, así que Ridley decidió extraerla. Tres meses después implantó otra lente, esta vez de forma satisfactoria. En los 12 años siguientes, implantó 1.000 lentes. Pese al elevado porcentaje de éxitos (del 70%), el cirujano fue duramente criticado por los más afamados oftalmólogos de la época. Durante décadas tuvo que enfrentarse a muchas situaciones desagradables, hasta que, a mediados los ochenta, las lentes intraoculares se popularizaron. Muchos años después, la comunidad oftalmológica reconoció el trabajo de Ridley. Se celebró el 50 aniversario de su invento en la reunión de la Sociedad de Catarata y Cirugía Refractiva, que tuvo lugar en Seattle en 1999. En una serie de actos multitudinarios y emotivos, Ridley recibió finalmente el reconocimiento oficial  y el homenaje de sus colegas.

La cirugía de catarata contemporánea

En 1967, Charles Kelman introduce la facoemulsificación, técnica que utiliza ondas de ultrasonido para emulsionar el núcleo de la catarata y eliminarla mediante aspiración a través de una pequeña incisión. En 1965 logró una subvención para investigar un nuevo procedimiento que permitiera operar las cataratas por una incisión pequeña para que se pudiera realizar de forma ambulatoria. Tras probar sin éxito varios instrumentos en animales, encontró la colaboración del ingeniero Antón Banko, dedicado a la fabricación de instrumentos de ultrasonidos para uso dental. Ambos lograron construir el primer facoemulsificador, solicitando juntos la patente, en 1967. La idea era buena y, con algunas modificaciones posteriores, los cirujanos Kratz y Sinskey presentaron su satisfactoria experiencia con la facoemulsificación en el marco de la reunión de la Academia Americana de Oftalmología de 1979. En 1994, Kelman fue nombrado el Oftalmólogo del Siglo, por haber conseguido que la cirugía de catarata fuera fácil, segura y rápida y, por lo tanto, por mejorar la vida de millones de personas. Varias, pequeñas e ingeniosas aportaciones más se añadieron en los siguientes años, en su mayoría de forma anónima, junto con una serie de mejoras técnicas e instrumentales, hasta llegar a la técnica de facoemulsificación que hoy practicamos.

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