La catarata es un proceso degenerativo del cristalino (la lente natural del ojo) que va nublando la visión y acaba por afectar a toda la población de edad avanzada. Su tratamiento en el mundo occidental, mediante una cirugía breve, indolora, de bajo riesgo anestésico y de recuperación rápida, ofrece muy buenos resultados. Sin embargo, no se trata de una cirugía banal y requiere una buena indicación y una correcta ejecución. Las principales causas de la catarata son el envejecimiento, los traumatismos oculares, las enfermedades oculares, la alta ametropía, las enfermedades del organismo y determinado uso de fármacos. Las cataratas también pueden tener causas congénitas. Entre sus principales síntomas, cabe destacar: la visión borrosa, la visión doble, fotofobia (la luz resulta muy molesta), disminución de la percepción de profundidad y de los colores, incapacidad para leer letras pequeñas, dificultades para conducir de noche. Existen dos tratamientos quirúrgicos para esta patología: la facoestimulación convencional por ultrasonidos y la facoestimulación con el nuevo láser de femtosegundo. En ambos casos, habitualmente se utiliza anestesia tópica (gotas). En cualquier caso, se recomienda efectuar revisiones oculares a partir de los 45 años para poder detectar una catarata lo más precozmente posible.