Diabetes: una seria amenaza para la retina

Dr. Manel Puig, jefe de Endocrinología del Hospital Germans Trias i Pujol: "el control estricto de la glicemia es la mejor prevención de la patología retiniana. A los 10 años de glicemia elevada por encima de los 150-160 mg/dl, ya no podemos evitar secuelas"

El Dr. Manel Puig, jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Germans Trias i Pujol, afirmó ayer en un acto organizado por la Fundación IMO y ADC (Associació de Diabètics de Catalunya) con motivo del Día Mundial de la Diabetes, que "el control estricto de la glicemia es la mejor prevención de la patología retiniana"

"Todavía existen barreras para luchar contra la diabetes que dependen en un 50% del médico, un 30% del paciente y un 20% del sistema sanitario”. Dr. Puig, Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Germans Trias i Pujol.

 

Según Puig, hay que promover una detección activa de la diabetes, ya que un diagnóstico y tratamiento precoces previenen la retinopatía diabética y otras patologías asociadas a la diabetes. El indicador HbA1c (hemoglobina glicada) para conocer la evolución de la glucosa en sangre es, según el especialista, "el indicador clave para que la insulina esté bien controlada".

Durante la conferencia "Diabetes: dónde estamos y hacia dónde vamos", Puig insistió en la importancia de actuar al principio de la diabetes (sobre todo de la tipo 2), ya que, según el endocrino, a los 10 años de glicemia elevada por encima de los 150-160 mg/dl, ya no podemos evitar secuelas, por la llamada "memoria diagnóstica del organismo". Por ello, Puig descalificó expresiones como "tengo un poco de glucosa" y alertó del alto riesgo que ello comporta, comparando su acción a "poner sal en el motor del coche". Pese a los grandes avances en investigación y tecnología, el Dr. Manel Puig afirmó que todavía existen barreras importantes para luchar contra la diabetes y sus consecuencias, "barreras que dependen en un 50% del médico, un 30% del paciente y un 20% del sistema sanitario".

El especialista animó a trabajar para mejorar la interacción médico-paciente y denunció la existencia de demasiados casos de "inercia médica", que se produce "cuando el médico sabe que debe hacer algo porque el paciente no va bien, pero esconde la cabeza bajo el ala o pone excusas como no tener tiempo de hacer retinogramas" (pruebas de la retina que pueden realizar los mismos endocrinos en consulta). Del mismo modo, el jefe de Endocrinología de Can Ruti destacó la importancia de que el paciente asuma un papel muy activo en el control de la enfermedad, y animó a los diabéticos a "colaborar más y mostrar mayor adherencia al tratamiento". En este sentido, Puig se refirió a un estudio realizado hace unos años en el Hospital Clínic de Barcelona, que demostró que solo el 18% de los pacientes seguía con el tratamiento a los 6-12 meses del alta. Puig explicó que los estados altos de glicemia provocan enfermedades tanto en los vasos grandes como en los pequeños, como es el caso de la retina o el riñón.

En este sentido, explicó que "el tratamiento para la retinopatía y nefrología deben ir encaminados a que los niveles de hemoglobina sean inferiores al 7%, ya que a partir de aquí el riesgo de patología microvascular se dispara". Si bien el nivel de glicemia es la clave para prevenir la retinopatía, el endocrino se refirió al triple medidor -presión, glicemia y colesterol- para prevenir otras enfermedades "de vasos grandes", como la patología cardiovascular. Puig hizo especial hincapié en factores de riesgo como el colesterol, el tabaquismo o la obesidad, "un problema creciente contra el que hay que luchar". Recordó que en 2004 había un 13% de niños obesos en España que, según dijo, "van a ser adultos con enfermedades graves, y muchos de ellos tendrán diabetes".

Para combatirlo, el endocrino animó a vigilar "la cantidad y la calidad" de lo que comemos: "cuantas menos patas tenga el animal, mejor, y si no tiene, como el pescado, aun mejor". Asimismo, llamó a combatir el sedentarismo "alarmante" de la sociedad actual y afirmó que "es indispensable hacer 30 minutos de actividad física diariamente, moderar el consumo de alcohol -máximo 200 cm3 de vino en las comidas-, no fumar y someterse a controles médicos rutinarios".

Para concluir, Puig afirmó que el futuro en la prevención y tratamiento de la diabetes debe ir hacia "una investigación clínica orientada a una mejor eficacia, pero sobre todo a efectividad y eficiencia y menos dependiente de la farmaindustria, así como a una asistencia menos medicalizada, basada en la decisión compartida y formación profesional orientada al paciente y no a la enfermedad, liderada por docentes competentes y a una gestión sanitaria ágil e inteligente".

Ojo diabético

Por su parte, los doctores Borja Corcóstegui, José García-Arumí, Anniken Burés, Carlos Mateo y Rafael Navarro, especialistas en retina del IMO que compartieron mesa redonda con el Dr. Manel Puig, explicaron que la diabetes es un factor de riesgo muy importante para la visión y que los elevados niveles de azúcar en la sangre que, durante períodos a veces largos, pueden tener las personas con diabetes hacen que el "ojo diabético" sea especialmente delicado y pueda desarrollar diferentes complicaciones oculares, destacando la retinopatía diabética, la lesión ocular diabética más común.

Durante el acto, los especialistas explicaron que la retinopatía diabética se produce porque las paredes de los vasos retinianos se alteran y se vuelven más permeables como consecuencia de los elevados niveles de glicemia (glucosa en sangre). Estos vasos dejan de ser competentes y permiten el paso de fluido al espacio extracelular, lo que provoca un encharcamiento en la retina y si se extiende a la mácula, puede llegar a causar un edema macular (la principal causa de disminución de la agudeza visual en pacientes diabéticos). En casos más avanzados, se produce lo que se conoce como "retinopatía diabética proliferante", "el cuadro retiniano más grave relacionado con la diabetes, que afecta a un 20% de los diabéticos y puede comportar una pérdida severa de visión", según explicaron los oftalmólogos del IMO.

Según los especialistas en retina, las principales medidas preventivas de los pacientes diabéticos para evitar o retrasar la aparición de la retinopatía diabética son realizar un control estricto de glucosa en sangre y realizar un riguroso seguimiento oftalmológico, con, al menos, una prueba de fondo de ojo anual. "Si en esta prueba se detecta algún problema en la retina, los controles tienen que intensificarse", matizaron. Los oftalmólogos explicaron que algunos de los síntomas de la retinopatía diabética son pérdida progresiva de agudeza visual, distorsión de las imágenes o la aparición de "moscas volantes" en el campo visual, aunque alertaron que, generalmente, al principio, la enfermedad no resta visión, "y es precisamente entonces cuando hay que empezar a actuar".

Tratamientos en estudio

Por lo que se refiere a los tratamientos actuales -fotocoagulación con láser, inyecciones intravítreas o vitrectomía-, los especialistas afirmaron que logran detener la evolución de la enfermedad y pueden mejorar el pronóstico visual del paciente. En relación a las inyecciones intravítreas, el Dr. Rafael Navarro, anunció que el IMO está participando en estos momentos en un ensayo clínico internacional y multicéntrico para el tratamiento del edema macular diabético, la complicación de la retinopatía diabética más lesiva para la visión, a causa del encharcamiento de la mácula o zona central de la retina, donde se concentra la visión de detalle que nos permite leer, conducir o reconocer caras. .

Principal causa de ceguera en edad laboral

Se calcula que más de la mitad de las personas que padecen diabetes desde hace más de 15 años presenta algún signo de retinopatía diabética, la principal causa de pérdida severa de visión en edad laboral en los países desarrollados.

Aunque los pacientes diabéticos tienen hasta 25 veces más posibilidades de pérdida total de la visión que las personas que no padecen la enfermedad, el daño visual de la diabetes no tiene por qué llegar a ser grave. Dependerá del tiempo transcurrido desde el inicio de la enfermedad y del nivel de control de la misma por parte del paciente.